La historia de los restaurantes más famosos de Cuba

Ernest Hemingway comenzó la historia: escribió en inglés en una de las paredes de La Bodeguita del Medio: “My mojito in La Bodeguita, My daiquiri in El Floridita». Desde entonces todo el que visita La Habana Vieja marca una obligada visita a estos dos lugares emblemáticos.

Dos milagros surgen entre música y alcohol: el mojito y el daiquirí. El primero, un compuesto de ron, azúcar (o jarabe de azúcar), lima, menta o hierba buena y agua mineralizada; y el segundo, una mezcla única de sabores: onza y media de ron, una cucharadita de azúcar, el zumo de medio limón verde cubano y cinco gotas de marrasquino servido en una copa de boca ancha previamente helada y con hielo frappé.

De piratas a inmigrantes

La elaboración del primer mojito se documenta a finales del siglo XVI, atribuyéndole el logro al afamado pirata Sir Richard Drake, subordinado del Capitán Sir. Francis Drake (corsario de la corona inglesa). La primera versión de esta bebida llevaba aguardiente, azúcar, lima, menta y otras hierbas. Por ese entonces los marineros sufrían de escorbuto, deficiencia de vitamina C por lo que fue una alternativa para combatir el poco consumo de fruta fresca en el mar.

En la década del 60, Don Facundo Bacardi creó el reconocido Ron Bacardi a partir de las mieles obtenidas de la caña de azúcar de la región de Oriente de Cuba, donde tenía sus fábricas. La producción de ron era mucho más refinada por lo que sustituyó al aguardiente y bautizó el trago como Draquecito.

El daiquirí, por su parte, es un cóctel santiaguero. La receta fue trasmitida por un amigo de Constantino Ribalaigua, perspicaz inmigrante catalán que llega a Cuba buscando fortuna en 1914 y que después de cuatro años como barman pasó a ser el dueño del Floridita. Es reconocido entre los cubanos como el rey de los cocteleros, por haber extendido por el mundo el refrescante daiquirí. Con él estaban resguardados todos los secretos de la barra, el secreto del Floridita.

El Floridita y La B del M

Si llega a la céntrica esquina de Obispo y O’Reilly, en el barrio de Montserrate, en el corazón de la Habana Vieja puede visitar el Floridita, mientras que La Bodeguita del Medio la encontrará en la calle Empedrado, muy cerca de la Plaza de la Catedral.

La Bodeguita del Medio es un peculiar bar-restaurante con mucha tradición, todos sienten curiosidad por disfrutar de la historia que se esconde entre esas paredes, con más de dos millones de firmas de celebridades como Ernest Hemingway, Mario Benedetti, Pablo Neruda, Errol Flynn, Agustín Lara, Brigitte Bardot, Ignacio Villa (Bola de Nieve) y Salvador Allende.

El Floridita, un bodegón. Conserva su decoración estilo Regency desde los años 50. Sobresale por su sobriedad en la ornamentación y un excepcional trabajo de marquetería y gusto. Muchos dicen que abrió el 6 de julio de 1817; otros aseguran que fue el 10 de julio. Lo cierto es que desde entonces se convirtió en el lugar de paso para refrescar la sed en los paseos por la Habana Vieja.

Ambos lugares fueron inmortalizados por Ernest Hemingway, que se instalaba en el Hotel Ambos Mundos, a pocas cuadras del Floridita y los frecuentaba casi diariamente. Su afición era de tal magnitud que, al mudarse a Finca Vigía, en las afueras de La Habana, viajaba hasta la capital para visitarlos. El famoso escritor estadounidense descubriría así, de una manera universal, la cultura y tradiciones guardadas como dos joyas en la capital cubana.

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