Si se planifica un viaje a Cuba, indudablemente, dentro del itinerario debe estar Soroa, por eso decidimos comenzar por el orquideario. Este sitio se encuentra en la Reserva de la Biosfera «Sierra del Rosario», en las afueras del municipio de Candelaria y es lugar imprescindible para un viaje a la localidad.

Antes de enero de 2011 era parte del territorio pinareño; pero a partir de la puesta en vigor de la nueva división administrativa en Cuba, pasó a ser, junto a San Cristóbal y Bahía Honda, de la geografía de la provincia de Artemisa.

El guía nos explicó que ya incluye un poco más de 20 mil ejemplares y que el canario Tomás Felipe Camacho es el responsable de la creación de El Jardín Botánico Orquidiario de Soroa, pues en este lugar halló consuelo después de la dolorosa pérdida de su esposa e hija.

Este año se cumplieron 61 años de la idea y por su valor natural al acaudalado abogado lo hicieron miembro de la Sociedad Cubana de Orquídeas afiliada a la American Orchid Society y a la Eastern Orchid Congress, con plantas procedentes de Asia y América.

En estos momentos se ha convertido en un centro de experimentación, donde se desarrollan estudios muy serios de cada una de las variantes de las orquídeas, mediante el cultivo de tejidos in vitro y reintroducción en su medio natural. Tiene 35 mil metros cuadrados.

Un mogote rodea el sitio y sirve de mirador. El Hotel está a unos minutos de camino. El complejo turístico tiene la oferta especial de baños mineromedicinales a base de aguas termales en piscinas colectivas. El guía explicó que se podía practicar el cicloturismo y el montañismo.

Además, más tarde fuimos testigos de los paseos por las márgenes del río Manantiales, siguiendo el camino de los baños en la llamada Poza del Amor. Tienen escasa profundidad y aguas cristalinas, perfectas para disfrutar de un agradable baño. Terminamos en el emblemático Salto de Soroa. Es uno de esos maravillosos lugares que recomiendo para una excursión en Cuba.

«La ruta verde de los cafetales franceses» ruinas del siglo XIX, el río Bayate y la Comunidad campesina El Brujito-La Comadre, terminaron siendo parte de nuestro recorrido. Entonces supimos que los cafetales Independencia, La Esperanza y La Merced fueron fundados por colonos que escaparon de Haití a raíz de la Revolución Haitiana.

En la colina más alta de Soroa concluyó el día en el restaurante El «Castillo de Las Nubes», donde se nos ofreció una deliciosa cena. A la entrada, como hecha de una sola pieza nos encontramos una rareza: era una mesa construida con madera de ébano. Una vez más sentimos haber encontrado el lugar indicado.

¿Conoces Soroa?